Tercer Premio X CERTAMEN LAURA VOLPI Relatos Cortos
Ella,
él... y de repente yo
-CINCO
SEMANAS-
YO:
Uno
nunca elige cuándo venir al mundo. En ocasiones alguien lo hace por
ti, pero en la mayoría de los casos, simplemente sucede. Nadie tiene
un recuerdo de su primer momento de vida y sin embargo ya sientes o
al menos tienes un corazón que no deja de latir.
ELLA:
Algunas historias de amor son como ovillos de lana que cuando llevas
mucho tiempo tejiendo, se enredan. Entonces estiras y estiras para
intentar que se deshaga y cuando te das cuenta que tanto estirar
complica más la situación, ya es tarde porque la única solución
es cortar. Ahora que Alejandro se ha llevado la última caja del piso
es cuando empiezo a comprender que no todo era tan malo, después de
tres años vuelvo a estar sola. Entonces vomito. Y vuelvo a vomitar
cuando me reconozco a mí misma que lo sigo queriendo. Y entre tanto
vómito descubro que ya no estoy sola y es mucho peor porque ya no
puedo dejar de llorar.
-OCHO
SEMANAS-
ÉL:
Es cierto lo que dicen los anuncios de la televisión: «Una llamada
puede cambiar tu vida». Todavía recuerdo el día en que Helena me
dio su número y las veces que lo tuve que marcar para que aceptara
una cita. Es curioso que haya llegado un momento en el que al ver su
número piense con fastidio «otra vez ella» y no se lo quiera
coger. Justo llega esa llamada en el momento que ya me estoy
acostumbrando a que su lado de la cama esté vacío. Solo unas
palabras: ESTOY EMBARAZADA. Y ya nada volverá a ser como antes.
-DIECISÉIS
SEMANAS-
ELLA:
Mi madre dice que es imposible que sienta nada porque estoy de muy
pocos meses, pero yo sí lo siento. Cada vez que me pongo a llorar o
me pregunto ¿por qué yo?, mi vientre se contrae. Mi bebé sabe que
nadie lo quiere. Alejandro tampoco; me lo ha dicho. Y eso hace que
aún tenga más ganas de llorar. ¿Qué va a ser de mí? ¿Qué va a
ser de nosotros? ¿Qué va a ser de los tres?
YO:
Ella está triste; lo noto. Algo no está yendo bien. Tengo hambre.
Siento mucha presión. Creo que quieren que salga pero yo no estoy
preparado. Todavía no. Siento algo extraño. ¿Es esto el dolor?
ÉL:
Otra llamada telefónica y mi vida vuelve a cambiar por completo.
Esta vez de una desconocida. Por primera vez siento lo que es
realmente el miedo. Porque durante todo este tiempo siempre supe que
tarde o temprano ella volvería y ahora ese sueño se desvanece. No
puedo aceptar que la he perdido para siempre. No ahora que sé que
todavía la quiero.
ELLA:
Abro los ojos. Estoy en una cama de hospital. ¿Qué me ha pasado?
Solo sé que ya no siento dolor; es un alivio. Vagamente empiezo a
recordar... ¿Y mi bebé? ¡¡No!! Ahora el dolor es otro más
fuerte; pero éste no se va con medicación.
ÉL:
Llego al hospital. Me estaban esperando. «¿Dónde está Helena?
¿Cómo está? Necesito verla». El médico me pide que me
tranquilice. No me había dado cuenta pero estoy llorando. «Está
estable. Ahora no puede pasar a verla porque está despertando de la
operación. Todo ha salido bien». Mi vida ha estado a punto de
hundirse por un accidente de tráfico. Me siento aliviado al saber
que ella se va a recuperar. Y de repente otra vez ese dolor en el
pecho. ¿Y el bebé? «Milagrosamente la niña se ha salvado». ¡Es
una niña! ¡Voy a tener una hija!
ELLA:
En medio de mi desesperación llega Alejandro y yo solo tengo ganas
de abrazarme a él y llorar. En estos momentos es la única persona
en el mundo que puede hacer que me sienta mejor.
—No
me vuelvas a hacer esto nunca más.
Helena
me sorprende al verme llorar y se asusta pues cree haber sufrido un
aborto espontáneo a causa del accidente.
—No,
la niña está bien. Y tú pronto lo estarás también y nos iremos a
casa a empezar de cero.
—¿Voy
a tener una niña?
—Vamos
a tener una hija preciosa, como tú, Helena. Te quiero tanto...
Alejandro
me besa y todo vuelve a estar bien. Algo dentro de mí se agita; ella
también es feliz.
YO:
Ya ha pasado. Aquí dentro todo vuelve a estar bien. Siento algo
extraño, una sensación nueva que me gusta mucho. Ella me ha dicho:
TE QUIERO.
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