LA VIDA ES PURO TEATRO. Aunque la mayoría de las veces la vivimos como actores secundarios, ignorando que somos los protagonistas de nuestra propia historia. Muchas veces nos toca improvisar y es en ese momento cuando nos entra el miedo escénico. No sabemos fingir un desamor o ser el malo en esta escena porque, detrás del personaje dejamos aflorar a nuestro propio yo. En un mundo en el que la actuación está en cartelera, en el que una imagen vale más que mil palabras (aunque sea todo postureo y nada se asemeje a la realidad), en un mundo así es muy difícil saber cuándo bajarse de los escenarios. Y por supuesto es muy difícil distinguir entre lo real y la sobreactuación. En un mundo en el que la vida es puro teatro, solo las personas que realmente me conocen, que han conectado con el fondo de mi alma, solo esas personas son capaces de distinguir cada una de mis sonrisas. La social, la forzada, la relajada, la divertida, la soñadora, la enamorada y la mejor de todas: esa en la qu