Había una vez un campesino llamado Juan, que tenía un huerto muy grande en un pueblo llamado Tomelloso. En el cultivaba de todo: tomates, lechugas, cebollas, apio, etc. También tenía un burro llamado Valiente; no era ni grande ni pequeño. Valiente le ayudaba a hacer las faenas del campo, pero Juan se portaba mal con Valiente: no le daba de comer, le trataba mal, etc. Valiente cada noche estaba muy triste, miraba su estrella favorita y le pedía un deseo: que Juan se portara bien con él. Una noche, la estrella le dijo a Valiente que cuando Juan le pidiera ayuda, él se negara, hasta que lo tratase bien; ya que para pedir ayuda y querer que te ayuden, hay que ser amable. A la mañana siguiente, Juan le pidió a Valiente si le podía ayudar con las faenas del campo, y Valiente hizo caso a la estrella y se negó a ayudarle. Juan se enfadó con él por no querer ayudarle y Valiente le explicó por qué no le ayudaba. Le dijo que estaba triste porque le trataba muy mal. El campesino recapacitó y no