EL CONCIERTO



Hola amigos lectores, esta entrada de blog, como no podía ser de otra manera, va dedicada a Carlos Rivera por hacer posible una noche mágica. 
Seguramente, más de uno os estaréis preguntando, ¿quién es Carlos Rivera? Momento en el que yo me llevo la mano a la cara cual si fuera emoticono de WhatsApp y respondo pacientemente: "Canta la canción de Coco, premiada con un Óscar". "¡Ah! ¿Era él? Pues no me suena". Y yo sigo dando más pistas sin perder la calma. "Sí, su último videoclip lo ha grabado con Paula Echevarría". Da lo mismo porque Pau ya no es tan popular y mis interlocutores se quedan igual. "Sí, seguro que lo has escuchado porque ponen muchas canciones suyas en versión bachata". Entonces te miran raro, sopesando la idea de que posiblemente lo conozcan y en un esfuerzo inútil tarareo alguna bachata desafinada para que al menos una persona me diga: "Sí, creo que lo he oído". Ya por fin utilizo mi argumento más contundente: "Era el Rey León en el musical de Madrid". "¡Aaaah! Entonces seguro que lo he visto. Pero sigue sin sonarme". Porque la mitad de la población española (excepto yo) ha tenido la suerte de ir a Madrid a ver el musical de El Rey León.  Como superfan que soy del cantante, comparto vídeos suyos para que conozcan su música y entonces todos (bueno, más bien todas) sin excepción, exclaman: "¡Qué guapo es y qué bien canta!". "¿Lo veis?" respondo yo. "Ya tiene otra fan más". 
Pero empecemos esta historia por el principio, para ello debemos remontarnos al día de Reyes cuando recibimos nuestro regalazo: ¡unas entradas para el concierto de Carlos Rivera! Casi tres meses tuvimos que esperar a que llegara el gran día. ¡Qué nervios!

Esa tarde mi hermana (mi acompañante de conciertos y otras jaranas) y una servidora, salimos prontito de casa por dos razones:
  • La primera es que teníamos que dejar a mi padre y sobrino en el Mestalla.
  • La segunda es que Valencia estaba colapsada porque jugaba la selección Española contra Noruega al mismo tiempo que tenía lugar el concierto de Carlos Rivera. 
Como íbamos con tiempo de sobra, cenamos como la ocasión lo merecía, con un buen vino y en buena compañía. (Comprobando hasta por enésima vez que las entradas estaban en el bolso, no es por nada pero es que a mí cosas más raras me han sucedido). Pero sí, las entradas estaban en el bolso y no tuvimos problemas para entrar ni que hacer largas colas hasta el infinito. Eso sí, tuvimos que rodear todo el teatro Reina Sofía porque justo el Ala Oeste se encontraba colapsada. (No sé si era el Ala Este u Oeste, la verdad, pero desde que Ding Dong le dijo a Bella: "Prohibido pisar el Ala Oeste" siempre quise utilizar esta frase). Tonterías a parte, llegamos a nuestro destino. ¡No nos lo podíamos creer! De hecho, no nos lo creíamos. Entramos dos veces al palco para comprobar que efectivamente eran nuestros asientos. ¡Estábamos sentadas justo encima del escenario! ¡Sin nadie delante! ¡Encima del escenario! Un momento mega emocionante que teníamos que inmortalizar con una foto (que no sé por qué se empeñaba en salir borrosa). Me quité las gafas (por esa chorrada de que no quiero que se vean las gafas en las fotos cuando luego mis amigas se ponen mis gafas para hacerse fotos... así somos las mujeres de complicadas, ¡ya ves!). Con tan malísima suerte que las dejé en el asiento y cuando se encendieron las luces y sonó la música me senté a toda prisa... ¡Sííííí! ¡Nooooo! ¡Sobre mis gafas! Me acababa de cargar unas gafas carísimas con mi propio culo. En esos momentos lloré y no fue de emoción por ver a Carlos Rivera salir al escenario. Que sí, que eso era muy emocionante, desde luego. Pero mi frustración era más grande que todo eso. Aunque solo me duró unos dos minutos; los que tardé en ponerme a berrear: "Lo que decides es lo que tienes, que no te importe lo que te digan, vive la vida". Como bien dijo Carlos Rivera y lo ponía muy claro en la pancarta que pudimos ver en el escenario: "Que nadie te diga que no puedes". El creía en su sueño, la primera vez que llegó a Valencia fue en un recito pequeñito, apenas con un grupo reducido de sus primeros fans, esta vez regresa a Valencia y llena el teatro Reina Sofía y un montón de auditorios y teatros a su paso por España. Y es que no hay que desestimar la fuerza de los sueños. ¡Si tú crees, tú puedes! Ese es el mensaje que nos transmitió este gran cantante, bailarín y artista con cada una de sus letras el pasado sábado. Debo puntualizar que de todas las cosas que le dijeron sus fans esa noche, la frase que más me gusto fue: "Buena persona". Porque en el tiempo que llevo siguiendo a Carlos Rivera por sus redes sociales y demás medios de comunicación, por su trayectoria y acciones, debo decir que estamos ante una maravillosa persona. Que se preocupa por sus fans, por su gente y que, dedicó un segundo de su vida a dar un LIKE a mi comentario sobre el concierto y, os puedo asegurar que de no haber roto ya las gafas, las hubiera roto en ese momento de la emoción. Una noche maravillosa, un gran concierto y en la mejor compañía. Deseando volver a repetir momentos como este. Mientras tanto... seguiremos soñando. 

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